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LA DEMARCACION POPPERIANA Y SU INFLUENCIA EN LA CRITICA A LA HISTORIA COMO CIENCIA

LA DEMARCACION POPPERIANA Y SU INFLUENCIA EN LA CRITICA A LA HISTORIA COMO CIENCIA

LA DEMARCACIÓN POPPERIANA Y SU INFLUENCIA EN LA CRÍTICA A LA HISTORIA COMO CIENCIA

 

Por: Gustavo Lino Agurto – IMEDIS

 

INTRODUCCION: El presente ensayo busca demostrar la fuerza de la crítica neopositivista de Popper con respecto a la condición científica de la Historia. Para ello hemos partido en cuestionar la situación de “crisis” que atraviesan las ciencias sociales y explicarlo dentro del marco histórico y político, trascendiendo el aspecto intelectual del tema. Situación poco novedosa porque con Popper y algunos otros, se realzaría cuestionar el carácter científico de la historia  en función al principio de “demarcación” que Popper estableció a fin de separar la metafísica de la ciencia,  y de aquel, la proyección de sus respetivos fundamentos que a grosso modo interpretaremos.   

 

En los años 70s y parte de los 80s la mayoría de científicos sociales de diferentes tiendas intelectuales postularon una serie de afirmaciones que buscaron generalizar  y predecir el rumbo de la historia. La mayoría de estas -  algo ideologizadas - presentaban un elemento común:  señalaban que la sociedad contemporánea se dirigía inevitablemente a un concurso de cambios que llevarían a cabo el desplazamiento del capitalismo, en reemplazo y consolidación del socialismo como modelo económico, político y social; haciéndose hegemónico dentro de las perspectivas de organización social en los espacios tercermundistas.

 

Sin embargo, a fines de los años ochentas tras la caída del muro de Berlín, el desmembramiento de la Unión soviética y el derrumbe de los regímenes comunistas fieles al Kremlim, estas afirmaciones confundidas muchas veces con algunos retazos escatológicos, entraron en crisis frente a una realidad muy diferente a la proyectada; entonces, la prospección de una nueva sociedad que construía un mundo alternativo con nuevos visos y situaciones, se cayó como castillo de naipes.

 

La emergencia de un diferente e insospechado escenario social, con nuevos sujetos, agendas y aspiraciones, dejó sin piso muchas de estas afirmaciones, entrando a una situación de deterioro y descredito conceptual y explicativo, intencionalmente dirigido y aprovechado por algunos intelectuales que ya parloteaban de un “tiempo de incertidumbres” o del “fin de la historia”, llegándose a cuestionar no solo  - con razón y legitimidad – al estado de bienestar por el lado político, la linealidad temporal, la unidireccionalidad de las colectividades y la idea del progreso por el lado social; sino también, desde una óptica extremista: a la condición holística, la capacidad explicativa de las teorías y de la posibilidad de generalización de los modelos hipotéticos deductivos en las ciencias sociales específicamente en la Historia.

 

Entonces, en qué plano debemos colocar esta crisis, ¿solamente en el político - ideológico o también en el epistemológico? ¿Qué falló? La excesiva ideologización de los enunciados convertidos en sendas doctrinas, o realmente estamos afrontando una severa crisis epistemológica en el seno de las ciencias sociales. ¿Acaso carecen las ciencias sociales, particularmente la historia, de la capacidad de formular leyes universales y por ende explicar y predecir los fenómenos sociales, sin poder adscribirlos dentro de regularidades científicas? El debate es mucho más profundo de lo que parece, hasta tal punto de restarle la condición científica a las ciencias sociales, convirtiéndolas en intrascendentes narraciones. Según esta perspectiva, la historia, en el caso mas extremo de los postmodernos, no sería una ciencia, sino un discurso, una fábula o una novela literaria.

 

Pero la crítica a las posturas de generalidad, regularidad y totalidad en las ciencias sociales (historia y sociología) no es recientemente fresca, esta crítica proviene desde tiempos de la postguerra (sin influencia alguna del postmodernismo) y fue expresada por el neopositivista Karl Popper, quien reiteradamente incrementó este debate en sus diversas obras y tratados epistemológicos y que lamentablemente no ha sido muy revisado.

 

Popper sintetizó su epistemología en lo que él llamó “el racionalismo crítico”, aquí elaboró un conjunto de tesis dirigidas a reconstruir la lógica del conocimiento científico, ahondando en “la  índole hipotética o conjetural del conocimiento científico, que antes que buscar la verificación de teorías, buscar la falsación refutación de estas” (Campos Roldan. p 97). Lo cierto es que Popper abordó no solamente el carácter falsacionista de las teorías científicas, sino también que su racionalismo critico involucró también un estudio acerca de la demarcación lógica entre la ciencia y la metafísica. “Esto debido a la principal demanda positivista, de que se eliminara toda metafísica de la filosofía, y por tanto de cualquier disciplina especializada” (Topolsky. p 140)

 

Sin embargo, Popper encontró que el positivismo lógico mediante el uso de la lógica inductiva, no lograba eliminar esa metafísica que se colaba en muchas afirmaciones, por lo tanto “no proporciona un rasgo discriminador apropiado del carácter empírico, no metafísico, de un sistema teórico: o en otras palabras no proporciona un criterio de demarcación” (Popper. P 34). Esta incapacidad del positivismo lógico en poder demarcar las afirmaciones científicas de las  metafísicas se reduce a una errada concepción de la adquisición del conocimiento y del criterio comprobación de los enunciados teóricos, postulando que estos últimos tenían que irremediablemente sujetarse a la comprobación empírica.

 

Este induccionismo radical, se oponía a la exigencia de comprobación que planteaba Popper, pues él afirmaba que “una teoría no puede construirse sobre la base única de afirmaciones de observación. La investigación debe comenzar con la formulación de hipótesis, que tiene que ser razonada” (Topolsky. p 142) Aquí Popper sugiere la aplicación de lo mencionamos la falsacion (ejemplificación) como método para comprobar una hipótesis, mediante una serie de casos empíricos.

 

Pero la liberación de la metafísica de las ciencias, ciencias sociales sobre todo en la historia, ya no se resolvía solamente en el campo de la comprobación y falsacion de las hipótesis, sino también se trasladaría al escenario metodológico y holístico. Por ejemplo, las afirmaciones hechas por Popper son las formas más conocidas de la crítica de la interpretación metafísica de la historia. “En este sentido fue Popper quien aplicó el termino historicismo a todo lo que el describía como metafísica en historia” (Topolsky. p 147)

 

El modelo de historicismo reconstruido por Popper y según él, con gran contenido metafísico, es una mezcla artificial de opiniones cuya característica común es un “acercamiento holístico a la sociedad y a la aceptación de leyes históricas, tendencias y ritmos históricos y en una interpretación fatalista y de inevitabilidad”(Topolsky p. 147) Metafísica que se halla: en la búsqueda del holismo por lo esencial (metafísicamente lo esencial según Popper) o  esencialismo, que impide o elimina la posibilidad de usar métodos cuantitativos. Desde ya notamos en Popper el negar a la historia la no recurrencia, la imposibilidad resultante de formular afirmaciones generales aplicables a periodos largos, la imposibilidad de predecir los hechos futuros (los cuales según él las acciones deliberadas de los sujetos pueden impedir que el hecho predicho tenga lugar).

 

Se puede ver claramente que el principal ataque de Popper al historicismo se dirige a la consideración de la historia social como un todo que está sujeto a leyes específicas históricas que rigen los cambios, porque según Popper, “no hay leyes históricas que expliquen el mecanismo del curso de los acontecimientos. Si el proceso histórico revela una tendencia de desarrollo del pasado, esto es una afirmación de hecho, y no una afirmación universal que permita sacar conclusiones de qué ocurrirá si tiene  lugar las condiciones apropiadas” (Popper. P 266).

    

     Es en este sentido que el marxismo se hace incompatible con el pensamiento Popperiano, ya que en la filosofía de la historia inventada por Marx existe un sustrato determinista que es incompatible con el libre albedrio y con la responsabilidad de la conducta.

 

Como hemos visto, la critica de la metafísica en las opiniones sobre el curso de los acontecimientos y sobre la ciencia histórica, que en gran medida estaba destinada a desacreditar al historicismo, ha revivido sobre todo, las afirmaciones de que los sucesos históricos son “no recurrentes”, y que por tanto imposible establecer leyes de desarrollo histórico; esto ha dado lugar a la conclusión de que la historia es una ciencia de lo “único, y no una disciplina literaria o novela como ahora lo perciben los postmodernos.

 

Conclusiones

 

La ciencia histórica, está en un proceso de revisión principalmente en sus afirmaciones y generalizaciones. Si bien es cierto, la historia es una ciencia en permanente desarrollo y construcción (como muchas otras), ello no implica que se haya retrotraído a un nivel disciplinario, discursivo o literario. Mientras más y nuevos fenómenos históricos enfrente la historia, mas podemos decir que se hace fuerte. Las críticas de Popper, no hacen mella a la estructura, métodos y lógica interna de la historia, al contrario, la dialéctica entre posturas encontradas, permitirá a nuestra ciencia demarcarse de todo afán idealista y metafísico. Popper fue un filósofo de su tiempo, y para los años en que reflexionó a la historia, esta aun no había pasado por sus revoluciones. Queda claro que son muchos más los obstáculos que se presenten, pero sin duda la condición científica de la historia se someterá no solo a una sino a muchas pruebas.

 

 

BIBLIOGRAFIA

 

POPPER, Karl

              La Lógica de la Investigación Científica. Editoriales Tecnos. Madrid – reimpresión. 1994

 

TOPOLSY, Jersy         

Metodología de la investigación Histórica. Polish Scientific Publishers. Varsovia 1976.

 

CAMPOS ROLDAN, Manuel

              En qué se equivocó Popper. Asamblea Nacional            de Rectores. 1997

    

    

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